miércoles, 1 de agosto de 2012

Carta XXVII: Noches sin ti

  Hoy extraño tus besos, hoy extraño tus caricias, extraño recorrer tu cuerpo con mis labios y extraño el escalofrío de tus labios recorriendo el mío.


  Hoy extraño el sabor de tu boca, la textura de tu lengua, la melosidad de tus susurros, esos deseos silenciosos como confesiones al oído.


  Hoy añoro tus abrazos, cuando te me acercas por la espalda y me rodeas por la cintura, cuando me aprietas junto a ti, besas mi cuello y me encadenas para siempre.


  Hoy ansío esas horas en cama, con mis piernas como tu cinturón, con mi almohada como grilletes y el chirrido del somier de banda sonora.


  Extraño tu fiereza, mis gritos ahogados, tu pecho ardiente y mi corazón palpitante; la piel de gallina, el sudor, los gemidos, esas pequeñas combulsiones previas a "la pequeña muerte"...
  Extraño esos abrazos, esas charlas, ese deseo de más.


  Deseo. Deseo repetir experiencias y probar cosas nuevas. Deseo ser una fiera y que me domines, dejarte mis garras en la espalda y que tú me marques el pecho.
  Deseo que seas salvaje, como siempre has sido.


  Hoy te extraño a ti, a nuestras noches, nuestras mañanas y nuestras tardes. Extraño cada centímetro de tu cuerpo. Extraño tu mirada lujuriosa, tu sonrisa pícara y tu voz cariñosa, tus ideas raras y tus fotos perversas.






  Extraño todo, los momentos ñoños, las fiestas, las tardes frente a una pantalla de ordenador sin hacer nada, pero juntos.













Te quiero a ti, aquí, ahora.