sábado, 24 de julio de 2010

Primera carta: explicaciones

  Hola, antes de comenzar quiero explicarte algo:
  Me he dado cuenta de que a veces me cuesta expresarme en tu presencia, y quiero que conozcas lo que pienso, lo que siento, no me importa el resto del mundo, esto es sólo para ti. Por ello te escribo ahora estas cartas, para contarte lo que se me pasa por la mente, lo que me ha ocurrido y no te he podido contar...qué sé yo, todo.
  Ahora ya puedo comenzar decentemente.
  ¿Sabes? Anoche soñé contigo. Acababas de volver, y decidimos quedar y dar un paseo por la ciudad, era extraño porque era una mezcla de Puerto y Coruña, había calles de un lugar, edificios de otro...Después de pasear durante toda la tarde, hablar, hacer fotos, comer helado, decidimos ir a mi casa a cenar ya que no quedaba muy lejos (qué surrealista ¿eh?). Allí estaban mi madre,mi hermana llegó poco después de nosotras. Fue una cena tranquila, normal, comentando algunas cosas, que si las vacaciones, que si la universidad...lo normal, lo más irrelevante.

  Tras la cena, recogimos un poco todo y subimos a mi cuarto, a estar un rato a solas, mi madre y mi hermana se iban a acercar a casa de una vecina, y estaríamos solas durante un par de horas...creo que eran las 22:00 cuando se fueron, y hasta la una o dos de la madrugada no llegarían, como ya he dicho era una vecina. 

  Aprovechamos esas horas para recuperar el tiempo perdido, lo último que recuerdo es estar abrazada a ti, desnudas, tapadas ligeramente por la colcha, y dormir. Sí, dormimos juntas, la puerta estaba cerrada y nadie nos molestó hasta la mañana siguiente.

La luz del sol entró por la ventana, calentando mi cara y despertándome. Entonces tú también abriste los ojos, nos miramos, sonreimos, nos besamos...y comenzamos a vestirnos o, más bien, a taparnos un poco, pues mi madre pronto llegaría para despertarnos. Tú llevabas solo una camiseta ancha, como un camisón, sobre la ropa interior que hacía unos minutos estaba en el suelo. Yo tenía puesto el pantalón corto del pijama, pero no tenía la camiseta. Entró mi madre para llamarnos a desayunar. 
Llegamos al salón y olía a tostadas, a zumo de naranja y a café. ¡Qué bien nos supo! 

Te levantaste para llamar a tus padres, para avisarles de que pronto irías a casa. Mientras tanto, mi madre me recriminaba con la mirada, por el hecho de haber dormido juntas, sin su consentimiento (ya sabes como es). Cuando colgaste fuiste a la habitación a vestirte, te seguí, te acompañaría a casa. En realidad, no recuerdo mucho más, pero tengo muy gravadas las expresiones de tú cara, de la de mi madre, de la mia no, pero porque no me veía a mi misma.

  Desearía que algún día ocurriera algo parecido, pero sin mi familia rondando. Qué idílico. Supongo que no habrá problema dentro de unos meses, o años, siempre y cuando sigamos juntas.

    ¡Ah! No paro de darle vueltas a lo mismo. ¿Por qué? Es frustrante, todo cuanto hago, digo o escribo acaba llevando el hilo de mis pensamientos al mismo punto. Siempre las mismas cuestiones, lanzadas al aire sin respuesta:

                              ¿Qué ocurrirá con nosotras?

                                   ¿Me olvidarás?

¿Será un problema la distancia?       
         
  ¿Conoceremos a otras personas?

 ¿Te olvidaré?                        


   De todos modos tengo otras cosas de las que preocuparme, ¡qué ironía! Escribo un blog afirmando que no existen las preocupaciones y soy la primera en darles importancia. Soy hipócrita. En fin, ya sabes, ahora a esperar a Agosto para ver si me aceptan en Santiago (¿yupi?). Sigo sin dejar de pensar en ello, noto que todo se desmorona, ya sabes, "mi futuro se desvanece sin que yo pueda hacer nada para evitarlo". No me gusta crecer, implica responsabilidad, y eso no me gusta.
Bueno, me depido, quizá a lo largo de la tarde caiga un ovni y salga E.T. y me cuente algo interesante que poner aquí. ¡Hasta entonces!
Sabes que Te Quiero.



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